Amor en SanIbel
- Por: Miriam Zirdok Smeke
- 7 dic 2017
- 1 Min. de lectura
Era una tarde de noviembre, una hermosa y fría noche azotaba la orilla del mar, un gran resort lleno de esplendor y dos corazones rotos ahí dentro, un amor imposible pero al mismo tiempo conectado desde siempre, tan posible como pasan los días. Su sonrisa era como el sol en plena primavera, y aunque la noche decía lo contrario sus ojos siempre la soñaron.
Las conchas de la arena se reflejaban como milesimas celestiales, un cielo estrellado y una arena blanca, tan blanca como la nieve de tantas conchitas.
Era esa noche en la que él y ella se encontraron de nuevo, en un abrazo entre suspiros y pensamientos, al final del día, siempre regresaban juntos caminando en el pasillo antes de dormir, el subía al piso tres y ella se quedaba en el uno, pero esa caminata que los dos tenían, era su más grande revelación de amor, tú eres mío y yo soy tuya, como la luna de la noche y la noche de la luna. Uno mismo.
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