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La estación del tren... Por: Miriam Zirdok Smeke

  • Foto del escritor: Miriam Zirdok
    Miriam Zirdok
  • 31 ago 2014
  • 2 Min. de lectura

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Él recorrió el camino de regreso a su vida nueva y fuera de lo común.

Mientras Ella lo esperó a que regresara en su vida cotidiana y tranquila.

Él decidió tomar el camino corto, mientras que ella al ver que él jamás regresaría tomo el largo, para saborear su recuerdo en cada ocasión posible.

Él dejo los "Te Amos" envueltos en rocas inmóviles, heladas, sin vida.

Ella los retorno cada vez que estaban en la punta de su lengua, a su alma y de ésta surgía poesía, poesía estancada y que al salir rompía horizontes claros.

Él se regocijo en el encuentro con otras mujeres.

En cuanto ella, le lloraba su ausencia en centenares de lágrimas doradas, brillaban las legendarias lágrimas de oro de una enamorada.

Él miró a todo su alrededor menos a su corazón.

Y ella recurrió a su interior en cada situación.

Ella vacío su presencia en el vagón del amor fugaz, y al ver el vagón desvanecerse a lo lejos, un alivio en su alma la cautivó de serenidad y paz

Y en un abrir y cerrar de ojos, la voz de él llegó a sus oidos.

Ella volteó para encontrarse con él en esa estación del tren tan desolada.

"Mi corazón", dijo él al tiempo que se tocaba el pecho y le extendía la mano.

"Muy tarde", le respondió ella con un dulce gesto, en lo que señalaba el tren del amor recorrer distancias inalcanzables.

Ella le sonrió suavemente con esa compasión que ahora le tenía, se dio la media vuelta y se dirigió al amor de su vida.

Finalmente la estación del tren del amor se lleva pasajeros todo el tiempo, pero afortunadamente, también descienden.

Por: Miriam Zirdok Smeke

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